Jesús le lavó los pies a sus discípulos, y les enseñó cuál es la actitud, que debe haber en nuestros corazones para con nuestro prójimo. Hay algo profundamente impresionante que hizo Jesús: El Señor, el Dios Todopoderoso, se quitó el manto, tomó la toalla, y comenzó a hacer lo que hacían los esclavos a la puerta de la entrada de las casas antes de comer. Como Cristo vio que sus discípulos no se lavaron los pies, ni hicieron nada por servir, él mismo les demostró que la grandeza verdadera está en servir, y que esto no es una humillación, sino un verdadero honor.
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